Deconstrucción de un problema
Actualizado: 23 abr 2021
Hace poco me topé con una idea que me pareció una forma inteligente de ver las cosas en momentos difíciles.
En gastronomía, el término deconstrucción se utiliza cuando se toma un platillo, se observan sus ingredientes por separado, y se usan para construirlo de nuevo, cambiando el aspecto o la textura pero no el sabor. En otros terrenos (como en la filosofía) deconstruir se refiere a desmontar, a través de un análisis intelectual, una cierta estructura conceptual.
Pues lo mismo con los problemas. Al final, un problema es una estructura conceptual, así que necesitamos deconstruirlo, es decir, separar la situación real, (por ejemplo: mi trabajo no me satisface), del sentimiento que nosotros le aplicamos, (Siento que estoy desperdiciando mi tiempo, siento que se aprovechan de mi, siento que mi jefe no me deja crecer, etc.).

Al tener en mente ahora una situación real, objetiva, sin sentimientos ni pensamientos negativos, podemos preguntarnos ¿qué se hace en estos casos? ¿Qué se hace cuando a alguien no le satisface su trabajo? R: Cambias algo o renuncias. Y aquí seguramente vendrán nuevas situaciones “problema” a deconstruir y analizar para luego trabajar con ellas. Posiblemente llevará tiempo, pero vamos avanzando al menos no?
Cuando estamos dandole vuelta a los pensamientos negativos por mucho tiempo, el cerebro entra en estado de alerta porque siente una amenaza mental, y sucede lo que pasa cuando estamos en peligro: La amígdala toma el control del cerebro, el cuerpo piensa que necesita huir o defenderse y pide al cerebro que le mande a los músculos toda la sangre posible, la cual tomará de las áreas que no son imprescindibles para reaccionar al peligro: creatividad, negociación, análisis profundo, etc. por lo que nos será más difícil ver el problema desde otras perspectivas para encontrarle una solución creativa o negociable, y podemos entrar en pánico pensando que es el final y que estamos acabados.
¿Qué puede ayudar en este proceso de deconstruir un problema para enfocarnos en buscar soluciones y no en quejas y lamentos?
Estar conscientes de que estamos metiendo sentimientos y suposiciones, y de que el problema puede no ser tan grave como lo pensamos.
Meditar, respirar profundamente.
Yoga o algún ejercicio físico. Aunque aquí también los músculos requieren sangre para activarse, la diferencia está en que el ejercicio libera oxitocina, lo que hace que la amígdala se desconecte y deje de controlar la mente, por lo que el estado de alerta de peligro desaparece (es lo que se dice, tan científica no soy, pero lo cierto es que el ejercicio físico nos hace sentir bien y muchas veces despeja la mente y nos da nuevas perspectivas).
Pedir a alguien que nos acompañe en el proceso. No que solucione el problema ni que sufra con nosotros, simplemente que nos haga saber que está al pendiente.
La risa. Buscar cosas que nos hagan reír. Independientemente de los miles de estudios que hablan de los efectos químicos que la risa provoca, reír siempre ayuda a sentirse más ligero y con más esperanzas de que las cosas pueden salir bien.